30 septiembre, 2013

La chica del fondo a la izquierda

     Pasan las horas, y la chica del fondo a la izquierda pasea descalza por la habitación, intentando buscar en su interior una razón para salir de ella, para decirle al mundo que hoy también se ha despertado, como muchos otros, pero no se siente con fuerzas para salir al frío de la noche, a la luz del día, ni al dulce aroma del viento otoñal mezclado con el suave perfume de las hojas secas que comienzan a llenar su jardín.

     Su reflejo en el espejo es lo único que se ha propuesto admirar en un día tan gris, tan frío, tan triste como las nubes que cubren de sombras del fondo de su corazón. Y ahí está ella. Con la mirada perdida, hundida, entre el reflejo de sus rizos color avellana cayendo mojados sobre sus débiles y frágiles hombros de niña.

     Una delicada y rebelde gota de agua decide abandonar el lugar que le corresponde en el sedoso cabello de la chica, y se desliza lentamente hacia el abismo de su espalda, dejando un cálido y delgado trazo a cada milímetro que recorre de su delicada piel, acariciando y dibujando lentamente la silueta que marca sus poco pronunciadas curvas femeninas, hasta perderse en el sendero de sus infinitas piernas de bailarina. Y un suspiro de melancolía escapa entre sus labios, mezclándose con los primeros acordes de aquella canción que impregna todo cuanto hay en su habitación y que refleja lo que un día pudo ser y, sin embargo, no fue.

     Y siguen pasando las horas, y las nubes comienzan a llamar a los cristales de la habitación, primero suavemente, y más fuerte después al no recibir respuesta. Pero Tristeza ha sido más rápida colándose por la rendija debajo de la puerta, y la chica del fondo a la izquierda ya no es capaz de sentir más que el mar que inunda la almohada bajo sus mejillas.

     Y ahí está ella, de nuevo. Tirada en la cama y destrozándose a sí misma sin poder controlar los latigazos de los recuerdos en su retina, esperando a que alguien se decida a invadir su habitación y a recoger los pedacitos esparcidos por el suelo, para reconstruirla después con la delicadeza y fortaleza de una sonrisa.

2 comentarios:

  1. La verdad, es que siempre me han caído bien los escritos de jóvenes adolescentes, tenéis tanta fuerza dentro, tanta energía y ganas de enseñarlo todo que da hasta envidia.
    Qué cochina envidia.

    p.D.: Quita lo de la verificación por palabras, es un engorro para cualquiera que quiera escribirte

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    1. Muchas gracias por comentar. Me gusta pensar (tal vez porque soy joven) que la fuerza y el poder están en la juventud, no sé. Tendré en cuenta lo de la verificación por palabras, gracias por el aviso.

      Un saludo

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