27 marzo, 2018

Espejos

No nos damos cuenta de que muchas veces con nuestra vida, aunque quisiéramos ser ejemplo y modelo para aquellos que nos observan, no somos más que un espejo, un reflejo de lo que nos rodea. El problema de ser espejo es que esto no nos permite vernos a nosotros mismos directamente. Solo podemos mirar hacia fuera y ver aquello que son los demás.
Lo típico de
"ver la espina en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio"

Pero, démosle la vuelta al asunto y pensemos en colectivo.

¿Y si todos somos espejos?

Si esto fuese así, entonces al mirar a los que nos rodean no estaríamos viendo lo que los demás son en realidad. Veríamos un reflejo, que al ponernos nosotros enfrente sería el nuestro propio.

A veces solo hace falta cambiar la mirada, centrarla en los reflejos y no en los espejos, que no son más que un marco, un soporte, un envoltorio de lo que muestran. Darnos cuenta que aquello que estamos viendo en los demás que no nos gusta, o aquello que nos está molestando, puede que sea nuestro propio reflejo. La imagen de lo que nosotros mismos somos y proyectamos en los demás.

Cambiemos la mirada y aprendamos a ver nuestros reflejos en los demás, para poder cambiar aquello que empaña nuestra vida y no nos deja SER con claridad.


25 marzo, 2018

Lléname de ti

Lléname de ti, Amor.

De tu agua de rosas blancas.
Del perfume infinito de tus sonrisas.
Del soplo de aire fresco
Que mi corazón reclama.

Lléname de ti, Amor.

De la libertad de las nubes soñadoras.
De la alegría de un niño que, impaciente, espera.
De la esperanza que un día tuve
Y que mi corazón añora.

Lléname de ti, Amor.

Del abrazo de tu beso en la mañana.
De la caricia del sol sobre la arena.
De la fuerza de la marea que me lleva
Y que mis miedos arrastra.

Lléname, Amor, como antes me llenabas.

De aire fresco, de sonrisas,
De caricias y esperanzas.
Pero llévate mis miedos.
No me dejes con mis faltas.

Lléname rápido, Amor,
Que mi corazón ya falla.
Que no encuentro ya la puerta
Que me lleve hasta tu casa.

22 marzo, 2018

"Mamá, ¿por qué tienes esa cara?"

"Mamá, ¿por qué tienes esa cara?
Es que te veo tan... Apagada..."

Se me pusieron los pelos de punta cuando el otro día iba en el autobús de vuelta a casa y de repente escuché a una niña decir esto. Mi sorpresa fue cuando vi que la niña no tendría más de cinco o seis años, y miraba a su madre, sentada junto a ella, con un signo de preocupación totalmente sincero en los ojos.

No pude evitar observar cómo la madre, con la mirada al frente, perdida, desprendía una mezcla de preocupación y tristeza, que tal vez no fuese más que puro agotamiento o aburrimiento.

El caso es que me llamó la atención la perspicacia de la niña, y cómo enseguida supo que, fuese lo que fuese aquello que le rondaba la cabeza, lo que su madre necesitaba era un abrazo. Y eso hizo, abrazar a su madre, a pesar de no obtener respuesta a su pregunta.

Y ahí me quedé yo, con cara de tonta, mirando cómo la niña rodeaba con sus pequeños brazos el cuello de su madre. Pensando lo mucho que nos cuesta a los "mayores", ya no abrazarnos o demostrar el cariño que nos tenemos los unos a los otros, sino simplemente detectar cuándo los que tenemos al lado necesitan nuestro abrazo.

No sé en qué momento de nuestras vidas crecer se convierte en sinónimo de seriedad e individualismo, como si necesitásemos demostrar al mundo que somos fuertes y autosuficientes. Que no necesitamos a nadie, dando por hecho que cada uno tenemos que hacer nuestro camino solos, y que los demás tampoco necesitan nada de nosotros.

Cómo nos gusta engañarnos a nosotros mismos, cuando en el fondo sabemos que no seríamos nada sin todas esas personas que nos han ayudado a ser lo que somos y a llegar donde hemos llegado.

Desde aquí doy las gracias a esa niña que el otro día me recordó que el mundo sería mejor si todos apartásemos un poco la mirada de nosotros mismos y empezásemos a observar un poco más (y mejor) lo que tenemos alrededor.

20 marzo, 2018

Miradas de amor y miedo



Me refugié durante tanto tiempo
en el fondo de tu mirada,
que el verde grisáceo de tus ojos
se convirtió en el color de mi cielo.

Me aferré tantas veces a tus brazos,
que ya casi no notaba
el frío del invierno
cortando mi piel en pedazos.

Me perdí de tu mano tantas noches,
que olvidé cómo seguir
el camino en un mapa
sin que tú me ayudases como guía.

Te busqué tantas veces…
Tantas veces volví a tu encuentro…

Y es ahora,
que te miro en la distancia y te veo entero…

Ahora me doy cuenta
que aquello que había en tu mirada
no era amor, sino miedo.

16 marzo, 2018

Estrellas

Difícil.
Difícil podría ser la palabra que definiera la vida.
Difícil por las situaciones a las que nos enfrentamos cada día, y difícil también por las decisiones que vamos tomando en cada una de ellas.

No lo sería tanto con algunas indicaciones, con un pequeño manual de instrucciones.

Y el caso es que esas guías existen, pero igual que es difícil la vida, también lo es encontrarlas. Identificar esas pequeñas cosas que, como estrellas, nos van guiando y ayudando a continuar nuestros caminos no es para nada fácil. Pero lo importante es que existen. Aunque no siempre las veamos, las estrellas están ahí, detrás de las nubes o eclipsadas por la luz del sol, esperando al momento justo para empezar a desprender su magia. Y eso es suficiente para estar alertas, para animarnos a buscarlas, a abrir los ojos para verlas cuando aparezcan.

El reto que cada uno de nosotros tenemos es aprender a identificar cómo son nuestras estrellas. Únicas y diferentes ante cada mirada que las observe, independientemente de que sea la letra de una canción, un sueño, una conversación robada en el metro o el cruce de miradas con un desconocido. Cada persona tendrá sus estrellas y las encontrará en el momento justo, cuando su mirada y su corazón estén preparados para seguirlas.

Da igual de qué manera se presente aquello que nos haga ver qué decisión debemos tomar o por qué puerta tenemos que continuar nuestro viaje.

Lo importante es que esas señales, esas estrellas, están ahí, y muchas veces más cerca de lo que pensamos.

Tan cerca que incluso nos cuesta distinguirlas en medio de la rutina y de las sombras que se instalan poco a poco en nuestra vida. Tan cerca que incluso pueden llegar a ser parte de nosotros mismos.

Porque a veces la única indicación que necesitamos es aquella que aparece en nuestro corazón al cerrar los ojos y escuchar en el silencio.


14 marzo, 2018

Aunque sea una locura

Podría decirte que será fácil.
Jurarte amor eterno.
Agarrar tu mano con fuerza y tirar de ti.

Arrancarte de tu mundo, ese con tantas raíces,
para traerte a este mío,
en el que abunda la sombra,
y no precisamente la del árbol bajo el sol.

Podría decirte que no hay por qué tener miedo.
Que los monstruos sólo están en tu cabeza,
y que si los miras a la cara
se asustan y desaparecen.

Podría intentar decirte tantas cosas,
convencerte de que éste es el camino,
que vamos bien,
que no nos vamos a equivocar.

Y te estaría mintiendo.

Porque sé que no será fácil.
Que en mi cabeza también hay monstruos
que parecen muy reales.
Que no tengo ni idea
de si éste es el camino.

Pero sí puedo decirte
que debemos intentarlo.

Aunque sea una locura.