“Dios está aquí, y yo
no lo sabía” (Gn 28, 16)
Con esta cita del Génesis se nos recibía el pasado día 6 de
abril, en la Casa de Espiritualidad San José de El Escorial, a los 150 jóvenes
procedentes de hasta 31 diócesis de toda España, que nos desplazábamos hasta
allí movidos por nuestras inquietudes misioneras. Por primera vez, cuatro
jóvenes de la Diócesis de Ciudad Real pudimos participar de esta experiencia de
Encuentro.
El viernes comenzábamos compartiendo la noche con una
vigilia dirigida por el cantautor Unai Quirós, que, guitarra en mano, consiguió
meternos a todos en un ambiente de oración a través de las letras de sus
canciones, a la vez que compartía con nosotros su experiencia de fe y de vida.
Ya el sábado por la mañana, desde bien temprano, tocaba
ponerse las pilas y empezar a trabajar. Por grupos, nos dividimos para poder
empezar a conocernos un poco mejor, tanto a los demás participantes como a
nosotros mismos, porque en la dinámica que nos habían preparado pudimos
reflexionar sobre los momentos de nuestra vida en los que Dios se había hecho
presente de manera especial, identificar a aquellas personas que son y han sido
estrellas para nosotros, y reconocer que necesitamos de la guía del Espíritu
para caminar. Fue increíble poder compartir nuestras experiencias en grupo y
descubrir las historias que nos habían llevado a cada uno a estar allí, para
poder presentarlas ante el altar después en la oración.
Por la tarde, escuchábamos dos discursos de testimonio de
encuentro con Dios: el de José, hijo de Jacob; y el de Steve Jobs, con su famoso
discurso en la universidad de Stanford, en el que hablaba de cómo en su vida
habían ido conectándose los puntos, y se nos invitaba a reflexionar sobre
nuestra propia historia.
Después de un momento para la oración personal, por fin
llegaron los testimonios de carne y hueso. Sor Lourdes Barahona, clarisa
franciscana, nos contaba cómo había podido encontrar a Dios en el silencio,
afirmando que “Ya no tenemos tiempo ni
para escuchar a Dios”. Luis María García, jesuita, nos habló de su
discernimiento vocacional, y terminó su intervención regalándonos cuatro
consejos: 1. Cree en tus sentimientos; 2. Interprétalos y compártelos; 3.
Practícalos; 4. Elige hacia dónde te dirigen. Por último, el cineasta Paco
Arango, director de Maktub y Lo que de verdad importa y fundador de
la Fundación Aladina, nos contó cómo
dedicaba su vida a los niños con cáncer, a los que acompañaba hasta la muerte,
afirmando que “Dios es vida”, e
invitándonos a “abrir la puerta a las
cosas mágicas que os pueda dar Dios”. El sábado terminaba con la
Eucaristía.
El domingo, después de la oración de la mañana, volvíamos a
escuchar testimonios misioneros, de jóvenes que habían tenido experiencia de
misión. Roger y María, matrimonio misionero, nos contaron cómo habían decidido
lanzarse juntos a la misión durante tres años por miedo a “acomodarse” en sus
vidas. Blanca Serres, también compartió con nosotros sus experiencias de misión
en Honduras. Y Francisca Ko, franciscana misionera natural de Corea del Sur,
nos contagió la pasión con la que había tenido que incluso desobedecer a sus
padres en ocasiones para seguir la llamada de Cristo. Escuchar todos estos
testimonios de jóvenes con los que podíamos sentirnos identificados, encendió
en nosotros el “gusanillo” de querer dejar nuestros miedos y lanzarnos también
a la misión.
A ellos les siguió la charla de Raúl Tinajero, del
Departamento de Juventud de la CEE, que nos habló del Sínodo de los Jóvenes que
se va a celebrar convocado por el Papa Francisco, y nos informó de cómo trabaja
y con qué objetivos la Pastoral Juvenil española.
Terminamos el encuentro con la Eucaristía, y dando gracias
por todo lo que hemos vivido, la gente que hemos conocido, y el regalo que se
nos ha hecho de sentirnos nosotros también parte de la misión de la Iglesia.
Sin duda, una experiencia de “bofetadas” de fe y aliento, que
nos hace volver a nuestras casas con esa frase grabada que se hace eco en
nuestras vidas:
“Sé valiente. La
misión te espera”
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