24 junio, 2014

Carta para Bohemios

Esta es una carta para todos los bohemios.

Sí, bohemios.

Todos aquellos que un día se calzan las zapatillas, se cuelgan su mochila y echan a andar. Sin necesidad de saber hacia donde caminan, y olvidando su punto de partida. Porque el destino no importa (a veces ni lo encuentran), lo importante es caminar, hasta que duelan los pies y se hinchen las manos. Caminar buscando un aire nuevo dentro de la misma atmósfera, perdiéndose en las mismas calles que patearon cien veces.

Para todos aquellos que mueven los pies mientras vuelan. Que pierden su mirada entre las copas de los árboles mientras se fijan en cada raya que rozan sus pies. Que se paran en una esquina preguntándose si izquierda o si derecha, y siguen caminando mientras el rock desgastado y desconocido de los 80 intenta dejar muda a la voz en su cabeza que no para de gritarle que se vuelva a casa, que no tiene sentido andar hacia ninguna parte por calles desconocidas vacías de gentes con sueños.

Pero no paren, señores, no paren de caminar, porque sí tiene sentido. Un sentido que no todos saben encontrar y que pocos se molestan en buscar en este mundo de individualismos y comodidades.

La esperanza de sentirse vivos.

De sentir que lo que fluye dentro de ti no es simplemente líquido rojo que se mueve al compás de una máquina. De sentir que hay algo más, algo que hace que los pájaros sigan volando hacia ninguna parte y que tus pies sigan queriendo llevarte a aquel lugar que tus ojos nunca serán capaces de ver. De saber, de tener la incierta certeza y esperanza de que al final del camino encontrarás el arco iris, a pesar de que al salir de casa la lluvia haya empañado tus cristales.