01 septiembre, 2013

Se ha marchado...

Hoy la inspiración me ha abandonado. 

Cansada de esperar, como el que espera en la estación el tren que nunca pasa. 
Cansada de esperar, sentada a las puertas de mi vida, a que le dedique un minuto de mi poco valioso tiempo. Cansada de esperar a que mi mano se deje llevar por la senda de mis pensamientos tras sus pasos. Esos pensamientos que inundaban la sangre de mis venas con palabras que recorrían todo mi cuerpo en busca de una salida que nunca les dejaba encontrar. 

Por eso hoy se ha marchado. 
Porque las palabras que un día recorrieron mis entrañas han caído en el pozo del olvido. 
Desesperadas. 
Asustadas.  
Solas en ese pozo de oscuridad al que inconscientemente las he destinado, a la espera de que algún día vuelva a hacerse la luz. 
Esperando el día en que mi mano vuelva a dejarse llevar para concederles la libertad que se merecen. 
El día en que mi mano vuelva a deslizarse sobre el papel nacarado para esbozar con trazo fino aquello que sale de mis pensamientos, que inunda mi sangre y que recorre cada vena y cada poro de mi piel. 

Raspándome, quemándome, abrasándome. 

En busca de esa luz al final del túnel que dé alas a mis palabras, para que vuelen por el aire, sin rumbo fijo. 
A la espera de alguien que les devuelva el sentido. 
Alguien que les dé la oportunidad de entrar en su interior, de inundar cada poro de su piel, como lo hacen conmigo. 
Alguien lo suficientemente loco como para abrir la puerta a mis palabras sin sentido, y que se atreva a sentir la tormenta que hay en mi interior.

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