27 abril, 2018

No son cosas del pasado

Hija de la calle
Carne de polvo y asfalto
Privada de elección

En la noche cayó presa
de aquel hilo de araña
de la prostitución

Hambre

Aguijón negro
que desgarra las entrañas
y se clava en el pecho

13 años

Piel de niña
Alma arrugada
Trabajo de mujer

Una paloma blanca se posa junto a la ventana
En su pico, un ramillete de hojas con olor a esperanza

Alza el vuelo
Y entre sus alas lleva tatuada
la palabra que atraviesa,
temblorosa,
el vaho de aquel cristal:

Dignidad

Mientras, Ana en el colegio estudia
que la esclavitud
es historia
del pasado



Para ver el documental completo, os animo a visitar el enlace a la web de Misiones Salesianas que dejo abajo, donde también podréis encontrar más información sobre el trabajo que realizan en Sierra Leona y la situación a la que cada día se enfrentan.



24 abril, 2018

Pequeña

Que cuando tienda mi mano desnuda,
no pretenda recogerla colmada.

Que cuando mire a mi hermano, entristecido,
no pretenda recibir miradas compasivas.

Que no espere elogios, cumplidos ni regalos,
pero que no pierda nunca el sentimiento de gratitud.

Enséñame a vivir a corazón abierto,
sin heridas, sin rencores.

Enséñame a hacerme pequeña,
y a mirar el mundo desde los ojos de un niño.

Enséñame a darme
desde la alegre y humilde gratuidad.

Ilusos los que creen que el amor no es gratuito

19 abril, 2018

"La Costa del Silencio"

"Ven, quiero oír tu voz,
y, si aún nos queda amor,
impidamos que esto muera.
Ven, pues en tu interior
está la solución,
de salvar lo bello que queda."
                                                                                           Mago de Öz
     
     ¿Cuántas veces hemos esperado oír esa voz? Esa voz que con un simple "Hola" puede cambiarlo todo. Tu vida, tu mundo, tu forma de actuar, de ver y sentir. Todo. Esa voz que nos parece la más bonita del mundo, la más dulce, la más suave, y la comparamos con la de los ángeles, porque nos parece que tiene que asemejarse a ella. No es una de las mil voces que escuchamos cada día a lo largo de nuestra vida. Es esa voz. LA voz, porque cuando la escuchamos parece que el mundo callase, quedase mudo, en silencio, para dar cabida a sus palabras.
   
     Queremos, y como queremos, creemos escucharla siempre. A todas horas y en todas partes. Incluso intentamos escucharla cuando cerramos los ojos, en la oscuridad de nuestra habitación, y entramos en un profundo sueño, en el que no existe nada. Sólo nosotros y esa voz. Nuestra voz. Que ilustra nuestros más hermosos sueños y nuestras más horribles pesadillas.
   
     La voz que nos da la solución para todas las cuestiones. La que saca a la luz todo lo que nos empeñamos en ocultar dentro de nosotros. Porque sólo la voz de nuestro interior puede hablar por sí misma para destapar nuestros más íntimos secretos, nuestras más íntimas debilidades. Somos simples marionetas en las manos de esa voz, que nos maneja a su parecer.
   
    Y por eso tantas y tantas veces nos empeñamos en silenciarla. Porque estamos deseosos de disponer de un poco más de libertad. Pero, ¿qué haríamos sin esa voz que, a nuestro pesar (y muchas veces por fortuna), forma parte de nosotros? Esa voz que nos frena en los momentos en los que nos cegamos mientras corremos hacia un grueso muro de hormigón. La misma voz que nos impulsa a dar un paso al frente cuando sólo existe campo ante nuestras narices y somos libres de correr a nuestras anchas, y sin embargo no nos atrevemos por nuestro miedo a lo desconocido. Y la misma voz que aporta luz a nuestro mundo en los momentos de más profunda oscuridad, cuando más perdidos estamos. En esos momentos es nuestra voz interior la que guía nuestros pasos.
   
     Mas, cuántos problemas nos ahorraríamos y cuántos errores no cometeríamos si destapásemos la boca a esa voz más a menudo y nos parásemos a escuchar sus sabias palabras en el silencio cada día...

15 abril, 2018

Con los pies descalzos

Nunca me gustó
poner rejas a mis puertas.
Llenar de vallas mis espacios.
Cerrar con cerrojos de hierro
y llaves en el fondo de océanos
las ventanas de mi vida.

Una vez se me ocurrió
construirle un muro de hielo a mi corazón,
pero se me olvidó
que al llegar la primavera
el sol sale a pasear más a menudo,
y ahora tengo un precioso río
cruzándome el esternón.

Como digo,
nunca me gustaron
las contraseñas complicadas
de usar y tirar.

Tampoco las cortinas tupidas,
que apagan la vida exterior
y esconden la interior.

No exijo superar
una gimkana de pruebas
que te guíen hasta mi centro.

Pero si quieres acercarte.
Si quieres traspasar mis fronteras
y mirar lo que hay detrás.
Si quieres probar el agua de mi río
y respirar el perfume de mis amapolas.

Solo te pido una cosa:
Descálzate.

Quítate los zapatos y pisa despacio.
Sin miedo, sin prisa.

Porque el césped verde
que ahora ves desde el umbral
lleva meses luchando por crecer erguido,
y si pasas corriendo y sin cuidado,
quizás arranques de raíz
las tímidas margaritas blancas que florecen,
impidiéndoles volver a nacer
después del próximo invierno.

Premio Local de Poesía
"Ángel López Martínez"


11 abril, 2018

XV ENCUENTRO MISIONERO DE JÓVENES



“Dios está aquí, y yo no lo sabía” (Gn 28, 16)

Con esta cita del Génesis se nos recibía el pasado día 6 de abril, en la Casa de Espiritualidad San José de El Escorial, a los 150 jóvenes procedentes de hasta 31 diócesis de toda España, que nos desplazábamos hasta allí movidos por nuestras inquietudes misioneras. Por primera vez, cuatro jóvenes de la Diócesis de Ciudad Real pudimos participar de esta experiencia de Encuentro.

El viernes comenzábamos compartiendo la noche con una vigilia dirigida por el cantautor Unai Quirós, que, guitarra en mano, consiguió meternos a todos en un ambiente de oración a través de las letras de sus canciones, a la vez que compartía con nosotros su experiencia de fe y de vida.
Ya el sábado por la mañana, desde bien temprano, tocaba ponerse las pilas y empezar a trabajar. Por grupos, nos dividimos para poder empezar a conocernos un poco mejor, tanto a los demás participantes como a nosotros mismos, porque en la dinámica que nos habían preparado pudimos reflexionar sobre los momentos de nuestra vida en los que Dios se había hecho presente de manera especial, identificar a aquellas personas que son y han sido estrellas para nosotros, y reconocer que necesitamos de la guía del Espíritu para caminar. Fue increíble poder compartir nuestras experiencias en grupo y descubrir las historias que nos habían llevado a cada uno a estar allí, para poder presentarlas ante el altar después en la oración.

Por la tarde, escuchábamos dos discursos de testimonio de encuentro con Dios: el de José, hijo de Jacob; y el de Steve Jobs, con su famoso discurso en la universidad de Stanford, en el que hablaba de cómo en su vida habían ido conectándose los puntos, y se nos invitaba a reflexionar sobre nuestra propia historia.

Después de un momento para la oración personal, por fin llegaron los testimonios de carne y hueso. Sor Lourdes Barahona, clarisa franciscana, nos contaba cómo había podido encontrar a Dios en el silencio, afirmando que “Ya no tenemos tiempo ni para escuchar a Dios”. Luis María García, jesuita, nos habló de su discernimiento vocacional, y terminó su intervención regalándonos cuatro consejos: 1. Cree en tus sentimientos; 2. Interprétalos y compártelos; 3. Practícalos; 4. Elige hacia dónde te dirigen. Por último, el cineasta Paco Arango, director de Maktub y Lo que de verdad importa y fundador de la Fundación Aladina, nos contó cómo dedicaba su vida a los niños con cáncer, a los que acompañaba hasta la muerte, afirmando que “Dios es vida”, e invitándonos a “abrir la puerta a las cosas mágicas que os pueda dar Dios”. El sábado terminaba con la Eucaristía.

El domingo, después de la oración de la mañana, volvíamos a escuchar testimonios misioneros, de jóvenes que habían tenido experiencia de misión. Roger y María, matrimonio misionero, nos contaron cómo habían decidido lanzarse juntos a la misión durante tres años por miedo a “acomodarse” en sus vidas. Blanca Serres, también compartió con nosotros sus experiencias de misión en Honduras. Y Francisca Ko, franciscana misionera natural de Corea del Sur, nos contagió la pasión con la que había tenido que incluso desobedecer a sus padres en ocasiones para seguir la llamada de Cristo. Escuchar todos estos testimonios de jóvenes con los que podíamos sentirnos identificados, encendió en nosotros el “gusanillo” de querer dejar nuestros miedos y lanzarnos también a la misión.

A ellos les siguió la charla de Raúl Tinajero, del Departamento de Juventud de la CEE, que nos habló del Sínodo de los Jóvenes que se va a celebrar convocado por el Papa Francisco, y nos informó de cómo trabaja y con qué objetivos la Pastoral Juvenil española.

Terminamos el encuentro con la Eucaristía, y dando gracias por todo lo que hemos vivido, la gente que hemos conocido, y el regalo que se nos ha hecho de sentirnos nosotros también parte de la misión de la Iglesia.

Sin duda, una experiencia de “bofetadas” de fe y aliento, que nos hace volver a nuestras casas con esa frase grabada que se hace eco en nuestras vidas:

“Sé valiente. La misión te espera”


05 abril, 2018

Por el miedo a equivocarnos

     Esa sensación de querer hacer algo, y no estar segura de si tu deber es hacerlo o no. Tu corazón te pide a gritos que lo hagas. "Estás muriendo por resistirte a hacerlo. ¿Qué te cuesta?". Y del otro lado, tu razón, hacha en mano. "Y si no es lo correcto, ¿cómo vas a levantarte después?" "¿Y si por arriesgar tanto pones en riesgo lo poco que te queda y lo pierdes?" "¿Cómo puedes estar segura de que va a salir bien?"

     Pero lo cierto es que esa batalla podría ser eterna, y tu corazón amenaza con dejar de latir de un momento a otro si no te decides pronto... ¿Qué hacer? ¿Qué camino es el correcto? ¿Arriesgar y morir, o morir lentamente sin arriesgar?

     Pero ¿y si...? ¿Y si arriesgas y ganas? ¿Cuántas veces dejamos de hacer las cosas por miedo a equivocarnos? Muchas son las cosas que dejamos pudriéndose en el olvido, y muchas son las historias que terminan en el fondo del armario, cogiendo polvo, por el intenso miedo a arriesgarnos.

      Por el miedo a equivocarnos.

     Se abre ante ti un oscuro precipicio. ¿Saltar, o no saltar?
     Y detrás de ti, tus Miedos y tus Prejuicios, corriendo cual jauría hambrienta de lobos. Es cuestión de tiempo que te alcancen, y después...

     ¿Y si saltas? Está oscuro. No puedes conocer la profundidad del precipicio. Puede ser tremendamente profundo. ¿Y si te traga y no vuelves a ver la luz nunca más?
     Pero, ¿Y si no es tan hondo como piensas? ¿Y si al saltar sólo sientes los rasguños de tus Miedos humillados al verse superados?

     Tu tiempo se acaba. Puedes escuchar los ladridos y los aullidos de tus perseguidores cada vez más cerca. A unos pocos metros...

     Y decides saltar. Cierras los ojos, y te precipitas al vacío.

     No sabes cuánto durará la caída, pero de momento estás en el aire...

03 abril, 2018

Aquel beso

Vibra en mis venas la emoción de aquel momento. Uno frente al otro, sin mirarnos. Abrazados bajo la luz blanca de la luna y un cielo de estrellas de verano, que iluminaban la oscuridad que inundaba nuestros corazones.

Una noche fría de verano, pero cálida en tus brazos.

Aquella noche, lejana, en la que nos encontramos sin buscarnos. O tal vez llevábamos tanto tiempo buscándonos que lo único que nos faltaba para encontrarnos era ese abrazo. Un abrazo lleno de sinceridad.

Y de ganas. De las ganas que nos teníamos, y que hicieron estremecer cada una de nuestras células aquella noche.

Hasta que tu mano buscó la mía, subiendo por mi pierna y bajando por mi espalda. Hasta que mi latido se acompasó al ritmo acelerado del tuyo, y respirar era como vivir y morir, todo al mismo tiempo. Hasta que tu boca encontró la mía antes que lo hicieran nuestras miradas.

Y por fin pudimos descargar todo ese peso que nos asfixiaba, terminando nuestra interminable búsqueda allí, bajo el cielo de una noche de verano. Abrazados y perdidos en aquel beso profundo.

Un beso de principio, que presagiaba finales. Un beso que quedó allí, perdido en el lugar al que ni tú ni yo volveremos nunca.

Un beso cobarde
Un beso valiente
Un beso que aún arde
Un beso inocente

01 abril, 2018

Por Ti

De nuevo consagramos nuestras vidas,
un año más,
a Ti.

Cantamos, sufrimos,
reímos y lloramos.
Todo por Ti.

Por Ti, seguimos.
Por Ti, caminamos.
Por Ti, vivimos.

Comenzamos un año más,
a la espera,
uniendo nuestras manos,
nuestras voces,
nuestros corazones.

A la espera de ese rayo de luz
que ilumine y llene de sentido
nuestras vidas.

Porque NADA es en vano.
Porque TODO merece la pena.

Por Ti.