05 noviembre, 2018

En la hora exacta


















"El amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otro abra la puerta de su corazón"

"El amor confía, deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a dominar"
Amoris Laetitia

Enséñame a amar en libertad,
con confianza y humildad.
Ayúdame a ser paciente,
a no querer adelantarme,
a no querer imponer
mi tiempo sobre el tuyo,
porque solo en la hora exacta
avanzaremos.

Solo en la hora exacta
en que mis pies
encuentren tus huellas
y mi mirada
se guíe por tu luz.

Solo en la hora exacta
en que mi tiempo
se corresponda con el tuyo,
y mi voluntad deje de ser mía
para empezar a ser también tuya.

Solo en esa hora exacta
podremos avanzar.

Solo en esa hora exacta
seremos capaces de amar.

Sin miedos, sin durezas,
sin envidias, sin intereses,
sin rencores ni arrogancias.

Solo en esa hora exacta
seremos capaces de amar
de forma paciente, servicial,
en fortaleza y esperanza,
perdonando,
con la verdad en nuestras manos
para mostrar la alegría
en la que estamos amando.

Solo en esa hora exacta
seremos capaces de amar
en libertad.


16 octubre, 2018

Píntame



















Píntame de mariposas blancas este otoño.

Hace ya algún tiempo
que vengo pensando
que me estoy acostumbrando
a vivir con la poesía.

Desde que te fuiste
he buscado cada día
y no he encontrado, todavía,
a más fiel compañera.

Píntame un otoño de esperanza.

He abierto las ventanas,
el aire y el sol entran,
y mi cama calientan,
y está mi alma menos fría.

Fresco y efímero,
baña el cristal de mi ventana
el rocío de la mañana
que se escurre entre mis dedos.

Píntame un otoño de ilusiones renovadas.

Al abrirse mis ojos descubren
de un rayo de sol el reflejo
que choca en el espejo
y me cae sobre la piel.

Calentando las caricias
que te buscan en la niebla,
mientras mi mirada tiembla
al pensar que no te ve.

Píntame un otoño de sonrisas, de caricias, de miradas. 

Que me muero por saber 
si es tu mano la que pinta
los colores de tu alma.

Que es tu mejor lienzo,
mi espalda,
cuando son tus dedos el pincel.


07 octubre, 2018

Contigo, todos los días

Contigo, que me das luz.
Que me buscas en las noches de luna nueva,
y agarras con fuerza mis manos temblorosas.

Contigo, todos los días.

Contigo, que me das paz.
Que no tienes miedo de mis días tormentosos,
y pones en calma mi mar de dudas.

Contigo, todos los días.

Contigo, que me buscas.
Que llamas a mi puerta cada día,
y si no abro, te cuelas por la ventana.

Contigo, todos los días.

Contigo, que caminas a mi lado.
Que me esperas, paciente,
y me empujas a amarte, seguirte y adorarte.

Contigo, todos los días.




28 septiembre, 2018

Pongámonos las alas

Porque no siempre estamos
donde tenemos que estar,
hoy mancho mis manos
con lágrimas de tinta.

Porque no siempre somos
quienes tenemos que ser,
dejo en la puerta
la máscara de los jueves.

Por el tiempo que no pasamos
con quien espera
en la puerta nuestra llegada,
con los brazos abiertos.

Y por el que regalamos sin sentido
a todo lo que nos consume en silencio,
nutriéndose de nuestro engaño
para avanzar...

El tiempo vuela.

Pongámonos las alas.

Porque nos equivocaremos muchas veces.
Confundiremos izquierda con derecha.
Arriba con abajo.

Pensaremos que vamos bien,
y estaremos equivocados.

Suerte de las veces
que confundimos los errores,
y al final nos damos cuenta
de que no lo son.

Que lo hemos hecho bien.
Que nuestro "acto de rebeldía"
nos ha llevado a la meta.
Que hemos llegado
donde teníamos que llegar.

Benditas las noches que me pierdo
en la negrura del cielo
y termino encontrándome en la luna,
con personas que son estrellas.

06 septiembre, 2018

En estado de anestesia


















Estamos anestesiados.

No sé si es la televisión, Internet, el consumismo, el sistema capitalista... Tal vez Netflix.
No sé de dónde vendrá la inyección, pero por aquí vivimos anestesiados.

Estamos en ese momento después de la operación en el que eres consciente de que te han abierto en canal y tienes una raja sellada con puntos de arriba a abajo de la barriga.
Sabes que tienes la herida, pero no la sientes, porque en el momento de duermevela no has llegado a despertarte de la anestesia, y sigue haciendo su efecto de arrancarte de la piel el dolor.
Más bien hace el efecto de tapar el dolor, porque arrancarlo sería eliminarlo y dejar de sentirlo, y lo que hace la anestesia de alguna manera es aplazarlo, dejarlo para más tarde. Como esa pila de ropa que se deja sobre la silla para planchar mañana. O ese mensaje de Whatsapp que dejas en leído para contestar después. Cuando haya tiempo.

Así vivimos.

En un estado de anestesia permanente. Dejando para después todos esos dolores del mundo que nos incomodan y hacen saltar las alarmas de humanidad que, por el hecho de ser humanos, llevamos implantadas, ya sea bajo una capa de piel o bajo un millón de capas de piedras en el corazón.

Así vivimos.

Intentando tapar con ibuprofenos los dolores que provocan las bombas al caer sobre hospitales. Poniéndole una venda a los niños en el fondo de océanos. Haciendo oídos sordos a los besos que ya nunca cantarán. Escondiendo soledades tras emojis de sonrisas.

Así vivimos.

Como si no fuese a pasar la anestesia. Como si mirar para otro lado fuese suficiente para no ver el dolor.

Que igual el nivel del mar no sube por el cambio climático. Que igual es por las lágrimas de los que se asoman al acantilado después de despertar de la anestesia.

05 julio, 2018

Una oportunidad

Me pides paciencia.
Y mi reloj de arena hace ya tiempo que dejó de funcionar, y la arena se hizo polvo, y el polvo, aire,
y la alergia de la primavera solo hace que el pobre reloj no sea capaz más que de estornudar segundos.

Me pides confianza.
Pero yo ya no sé qué más puedo darte, si desde que mis manos quedaron desnudas, la confianza es lo único que he podido ofrecerte, aún sabiendo que te lo daba todo y me quedaba desprotegida, rendida a tu voluntad sobre mi cuerpo, mi alma, mi vida.

En resumen, me pides amor.
Como si no te amase ya desde la primera vez que tu boca se encaró con mi pupila, y tu risa se convirtió en mi escalofrío, y mi alma pasó a ser tuya, dejando de ser mía.

Y entre todo lo posible, no se me ocurre más que pedirte una oportunidad.
Porque ya te amo, y confío en ti, y tengo la paciencia para esperarte siete vidas, si hace falta.
Pero me falta una oportunidad.

La oportunidad para que me dejes acercarme a tus barreras de defensa, donde aprenderé a amarte con paciencia, y a dejarme amar.

Porque si mi amor viene de ti, y tu amor sale de mí,
¿qué hacemos que no estamos corriendo hacia el futuro cogidos de la mano?

01 julio, 2018

Felicidad

El rayo de sol que se cuela por la ventana después de una noche de calor entre las sábanas y caricias bajo la luna.

El vuelo de un pájaro que sale de su árbol en busca de la rama que le espera, paciente, para construir su nido.

La niña que se mancha la boca con el chocolate de un helado mientras salta la rayuela en el parque del colegio.

Respirar el aire limpio del río sobre el puente de piedra que sostiene nuestros pasos.

La mariposa dejando atrás su vida de oruga, envuelta en la crisálida rota, y abriendo sus alas para demostrar al mundo que el cambio todavía es posible.

La risa de ese padre.

El orgullo de una madre.

Las lágrimas frente al espejo, reflejo del esfuerzo que como resultado deja un trabajo bien hecho.

La mirada de aquel que no teniendo nada, sabe que lo tiene todo caminando de su mano.

El olor de una noche de verano, tumbada en el césped, mirando las estrellas.

Ver nevar con la mejilla pegada al cristal de la ventana, sintiendo el calor de una taza de café en las manos.

Mirar la puesta de sol en el horizonte desde un acantilado cualquiera en una costa cualquiera.

Mi piel erizándose tras la descarga que provoca tu sonrisa en mi mirada.

La felicidad es verte aparecer tras la esquina un instante antes de decidir abandonar aquella plaza.


15 junio, 2018

A vosotros, que alcanzáis los dos patitos

Hoy en la distancia quiero que mi tinta se derrame sobre el papel en blanco por vosotros. La dejaré arrastrarse libre, soñadora, en busca de aquel momento en el que decidisteis cogeros de la mano, unir vuestros caminos y correr hacia el futuro, con miedos e incertidumbres (tal vez), pero juntos, aquel 15 de junio de hace hoy 22 años.

Soy consciente de las muchas piedras que os ha tocado saltar para poder llegar a lo que sois hoy, pero tengo el deber de confesaros una cosa: todos los buenos caminos las tienen. Y la vida no consiste en evitarlas, sino en saber levantarse y seguir andando después de tropezar y dar con las rodillas en el suelo. Por mucho que a veces os gustase quedaros un rato más sentados, la vida no para, y solo tenemos el tiempo justo para coger aliento y seguir hacia delante antes de que se vaya el próximo tren, la próxima oportunidad de crecer y ser felices. Pero qué os voy a contar yo a vosotros...

Hoy el sol empieza a recordarnos que se acerca el verano, esa época que en nuestra tierra es sinónimo de recoger los frutos. Por eso hoy quiero invitaros a recordar los vuestros, porque a veces algunos quedan ocultos o son menos visibles que otros que hablan, dan guerra, dejan trastos tirados por el salón y llenan los cubos de la ropa sucia para que aparezca a los dos días "por arte de magia" limpia y planchada en los cajones. Pero son muchos los frutos que han brotado (y que, sin duda, seguirán brotando) desde aquel día en el que una vez más el Amor trabajó para unir dos almas: las vuestras.

Como tampoco quiero alargar mucho esta "carta", voy a ir terminando con una palabra:

GRACIAS

Gracias por el enorme ejemplo que sois para mí (y, estoy segura, también para mis hermanas) porque no puedo estar más orgullosa de la casa de dónde vengo, que, como me dijisteis un día: "no son los ladrillos, la casa somos nosotros, juntos".

Gracias mamá. Gracias papá.

Gracias por dejarme ser e impulsarme a ser lo que soy hoy en día.

Besos y abrazos.

14 junio, 2018

El muro

Me descubro en el silencio.

Roto por la melodía del agua
cayendo por la cascada,
con el sueño y la esperanza
de volver a la libertad de un mar
que aún hoy sigue siendo estanco.

Aún refleja mi piel aquellos días
en los que el sol tapaba con su brillo
la sombra que enfriaba
los rincones de mis entrañas.

La sombra de aquel muro,
sin licencia,
que día a día construimos.

Momento a momento,
                      olvido a olvido,
                                    decisión a decisión.

Un muro de palabras,
de rencores y de miedos,
en el fondo de mi alma.

Un muro sin ventanas,
tan alto como el cielo,
y con un solo defecto:
             
Yo me quedé fuera
                              y a ti te dejé dentro

05 junio, 2018

Tu estrella

 "Cuando veas una estrella fugaz, guárdala en tu corazón. 
Es el alma de aquel que consiguió dar a los suyos su amor.”
Mago de Oz
     
A veces las cosas ocurren cuando menos las esperas. 
Porque nada en la vida ocurre mientras lo estés esperando. Todo ocurrirá en el mismo momento en que lo des por imposible. 

Y en ese instante aparecerá tu estrella fugaz. 

Porque podemos perder la esperanza, pero nunca debemos perder nuestros sueños y las ganas de luchar por ellos hasta hacerlos realidad. 

Y cuando más desesperado estés, ocurrirá. 

Vendrá. 
Con una sonrisa. 
Invitándote a seguir soñando. 
A seguir viviendo con ilusiones. 

Y cuando estés solo, en la penumbra de tu habitación, recordarás esa estrella. 

Tu estrella. 

La que apareció para darte un soplo de esperanza, y que ahora se ha convertido en algo físico. 
Tangible. 

Y sonreirás. 
Por primera vez sonreirás, y esa será la sonrisa más pura de tu vida. 

Una vez leí que la sonrisa más pura aparecía cuando te encuentras en completa soledad, te das cuenta de quién eres, de dónde estás, de dónde quieres llegar, y sonríes porque te sientes humildemente feliz con las respuestas que encuentras dentro de ti. 
Sonreirás al mismo tiempo que tu alma gemela. 

En la distancia. 

Sonreirá contigo en el momento en el que tú descubras que esa persona es tu estrella fugaz y tú el planeta en el que estaba esperando poder aterrizar.

30 mayo, 2018

Brújulas

Ahora que por fin las tormentas parecían haberse quedado sin electricidad que descargar sobre mi pecho. Que las negras nubes que cubrían el cielo se alejaban a cubrir otros cuadrantes.

Ahora que los rayos del sol volvían a atravesar las rendijas de mis persianas, colándose en mis sueños y acompañándome a la ducha. Que el tacto de la espuma recorriéndome la espalda no me recordaba la corriente que me arrastraba, con furia, río abajo, golpeándome sin piedad contra las rocas.

Ahora que los pájaros comenzaban a abandonar sus nidos y a volar en libertad entre los árboles. Que también las flores rompían sus cascarones para abrirse paso entre la oscuridad de una atmósfera de por vida contaminada.

Ahora te veo alejarte, con mi mirada fija en tu espalda, mientras giras la cabeza para comprobar que sigo aquí plantada, en la esquina donde nos conocimos. Y el brillo en tu mirada va desapareciendo a cada paso que das, aumentando la distancia que nos separa. Y sobre tus ojos vuela por un momento un atisbo de duda.

Como si yo tuviera la respuesta a tus preguntas...
Como si yo pudiera de un soplo ordenar el caos de tu cabeza...
Como si yo pudiera abandonar mi esquina y correr a buscar tu boca, y derretir la escarcha de tus brazos con el roce de mi pelo...
Como si yo pudiera matar tu futuro por mantenerte en mi presente...

No tengas miedo de alejarte, de seguir caminando con paso firme en la dirección que hoy marca tu brújula.

A tu corazón he dejado atada, sin que te dieras cuenta, la cuerda que llevo anudada a la muñeca.

Esperando el día que mi brújula se alinee con la tuya para poder ir a buscarte.

28 mayo, 2018

Mariposas



Anoche soñé contigo.
O no.
No me acuerdo...
Eras tú, pero con otro cuerpo y otra forma.
Y no era un sueño como los anteriores. No. Era distinto. Casi una pesadilla...
   
     Era de noche. Había estrellas en el cielo, y hacía frío. El cielo estaba precioso, por cierto. Había árboles también, y una fuente con agua congelada que no mostraba mi reflejo. Y silencio, mucho silencio. 
     Y de repente apareció una sombra. Así, por sorpresa y entre los árboles. Una sombra normal, como el resto de sombras que nos rodean. No consideré que fuese especial. Ni siquiera me produjo escalofríos...          
     Hasta que se dio la vuelta. No me había percatado de que estaba de espaldas, pero cuando se dio la vuelta algo en ella llamó mi atención. Sus ojos. No eran unos ojos cualquiera. No. Éstos sí que eran especiales. Esos ojos grises que me miraban a cada paso que daba. Esos ojos que no se cansaban de mirarme fijamente cada vez que yo aparecía al alcance de su mirada. De TU mirada. Porque te disfrazaste de sombra y te ocultaste entre la noche, pero yo te reconocí. Por tus ojos grises. Esos ojos que tanto me gustaba mirar fijamente (y que me mirasen). Me miraste, como lo habías hecho tantas veces antes. Pero mi reacción fue diferente. 
     Sorprendida, me di cuenta de que esos ojos grises, esa mirada, ya no significaban nada para mí. Y al girar la cabeza hacia la fuente la vi llena de mariposas. Mariposas muertas. Y comprendí que eran mías. Las mariposas de mi estómago, ésas que se despertaban cada vez que mi mirada se cruzaba con la tuya, ésas, habían muerto. Ya no volverían a revolotear cada vez que pasases por mi lado, ni cada vez que tu aliento rozase mi pelo. Ya no, porque habían muerto. Y entonces sentí miedo, y sentí que la vida me había abandonado, como a mis mariposas.

Después desperté.

Un rayo de sol entraba por mi ventana. Estaba amaneciendo, y en mi habitación no había rastro de mariposas ni de sombras de ojos grises. Pero por fin comprendí que te habías ido de verdad, que habías matado a mis mariposas, y que yo no tenía culpa de eso. Ya solo eres eso en lo que te convertiste en mi sueño, una sombra de ojos grises. Una sombra de mi pasado que dio luz a mi vida de la misma forma que se la quitó.

Pero el sol sigue brillando. Tú no eras mi única fuente de energía. Y ya llegará el día en que alguien se atreva a recoger mis mariposas y a construirles nuevas alas. 





17 mayo, 2018

Dímelo bajito...

Dímelo bajito, al oído.

Con suspiros que estremezcan 
las negras nubes del cielo,
y acompañen a las rosas
que en mi jardín florezcan.

Dímelo suave, entre besos.

Entre versos que se cuelan
de tus labios a los míos,
como lo hacen en sus nidos
los pájaros que vuelan.

Dímelo lento, con las manos.

Con el frío de tus dedos
paseando por mi espalda,
y el calor de tu caricia
dibujándome los sueños.

No me digas que me quieres,
que me recordarás
mientras no estés a mi lado.

No me digas que me esperas, 
allí donde el destino
tenga pensado aparcar tu tranvía.

Sólo deja que la luna
haga eternos nuestros sueños.
Deja que la luna
inmortalice este momento.

Y susúrrame al oído,
bajito,
             suave,
                          lento...

Que algún día,
de algún año,
cuando ya las flores no florezcan
y los pájaros no vuelvan a sus nidos,
volverán a cruzarse,
tras otros dedos y caricias,
nuestros caminos.




10 mayo, 2018

Dame tu mano

Dame tu mano

Agárrala fuerte
No te sueltes
Yo no te soltaré

No tengas miedo de saltar
Estoy a tu lado
No lo olvides

Abre los ojos
Quítate la venda

Ponte el corazón delante
Muéstralo en el pecho
No lo escondas a la espalda
El mundo quiere verlo
Y yo estoy esperando

Dame tu mano
Camina

Vamos juntos al lugar donde empezó todo
Al lugar donde dejaste un pedazo de ti
Al lugar donde aprendiste a tapar la herida

Vamos juntos, de la mano

Verás que esa herida que recuerdas
ya no necesita de vendas ni tiritas

Verás que está curada

Te queda mucho por vivir
Y por andar

Dame tu mano

03 mayo, 2018

¿Y con las decepciones, qué?

A veces las cosas en la vida no salen como esperamos

Nos quejamos del paso del tiempo, del cambio de las personas. Creemos vivir cada día al límite, y desperdiciamos nuestras cortas horas de vida con cosas que no tienen ninguna trascendencia y con personas que, en lugar de llenarnos, sólo nos ponen una etiqueta para hacernos creer lo que no somos en realidad. Día tras día, una y otra vez, y en resumidas cuentas nuestras vidas pasan sin observar el más mínimo atisbo de cambio y desarrollo.

Reímos, bailamos, cantamos, nos abrazamos, lloramos...
Y nos decepcionamos.

Porque vivimos con la cabeza puesta en lo que queremos que el resto de personas sean, en lugar de abrir los ojos, acercarnos despacio, asomarnos tímidamente por un agujerito y descubrir cómo son las personas que nos rodean en realidad.

Y no nos decepcionamos porque tengamos grandes expectativas, sino porque ponemos nuestras esperanzas e ilusiones en cosas que ni siquiera sabemos si son posibles de realizar.

Qué fácil sería todo si el viento no nos sorprendiera nunca de cara, haciendo saltar las lágrimas de nuestros ojos y alborotando nuestros cabellos. Qué bien se vería la vida si el sol saliera cada mañana a despertarnos y si fuese suficiente con soñar a la luz de la luna para que nuestros sueños se cumpliesen. Todo sería más fácil si fuésemos perfectos y si supiéramos la forma correcta de actuar en cada momento de nuestra vida.

Una vida con manual de instrucciones.

Sin embargo, no lo somos. No somos perfectos, y no sabemos cómo hacer que los cimientos de nuestros castillos no se caigan cuando sople un vendaval, y tampoco sabemos cómo huir de la decepción.

Y nunca lo sabremos.

Porque de las decepciones no se huye, las decepciones se afrontan y se aprende de ellas, porque son imprevisibles e inevitables. No podemos evitar decepcionarnos con cosas, lugares e incluso personas, porque en lugar de conformarnos con lo que tenemos, siempre queremos y buscamos más, y ponemos nuestras esperanzas en cosas y en personas a las que idealizamos, en vez de afrontar nuestra pequeñez y ver a cada persona y a cada cosa como realmente son, y no como nosotros queremos que sean.

Es difícil salir de esa zona de confort en la que todos vivimos ciegos y felices, pensando que el mundo gira a nuestro alrededor y que todo en él está hecho a nuestra justa medida. Pero por muy difícil que sea, debemos afrontar la inseguridad y salir de allí corriendo, lo más rápido que podamos, antes de que el Señor Egoísmo nos devore entre sus dientes lentamente. Porque hace ya bastantes siglos que una mente privilegiada se atrevió a salir de su zona de confort, a mirar más allá de sus narices y a decir que la tierra no era el centro del universo, y que no somos más que un pequeñísimo punto perdido en la inmensidad del espacio.

Pues bien, afrontemos que no somos más que un punto, y que no hay puntos más grandes y puntos más pequeños, ni puntos que giran alrededor de otros puntos. Simplemente somos como los granos de arena que la brisa seca del mar hace volar en las noches cálidas de verano.

Dejémonos llevar por el viento, disfrutando de lo que cada nuevo día ponga a nuestro alrededor. Objetos, lugares, ilusiones, pensamientos y personas de las que tenemos que intentar conocer lo máximo posible y disfrutar en el menor tiempo posible, porque no sabemos cuánto tardarán en cambiar los vientos y cuánto tiempo nos acompañarán en nuestro caminar.

No podemos ser capaces de controlarlo todo, y ni siquiera deberíamos pensar en la posibilidad de hacerlo, porque es imposible, y creer en imposibles siempre llevará a decepciones. No podemos evitarlas, porque siempre habrá algo a nuestro alrededor que nos va a decepcionar. Pero eso no significa que no sea para nosotros, o que esa persona ya no quiera seguir viajando a nuestro lado. Simplemente significa que nuestros vientos han cambiado sus direcciones y que ya no soplan a la par.

¿Y por qué no, en lugar de guardar rencor a esa persona, comprendemos que viajamos en distintas corrientes de viento? ¿Y por qué no, en lugar de dar más importancia a este hecho que nos hace diferentes, intentamos acentuar las cosas que nos unieron cuando viajábamos juntos? ¿Por qué nos empeñamos en ir en contra del viento y en buscarle la quinta pata a la silla, en lugar de disfrutar de las cuatro que podemos ver con certeza que son existentes y que nos proporcionan la seguridad que necesitamos?

Las cosas no pueden salir siempre como uno quiere, porque no depende de él, sino de la dirección en la que sople su viento. Y si nos decepcionan las personas que viajaron con nosotros y de repente ya no están, no pongamos el acento en nuestra única diferencia, pongámoslo en aquello que nos hizo ser felices junto a esa persona, en las cosas con las que disfrutábamos y en aquello que nos hacía similares y que nos unía. Porque esa será la única forma de que nuestros vientos puedan volver a soplar a la par, y la única forma de volver a disfrutar con esa persona cuando el momento de volver a cruzarnos llegue.

Podemos sufrir muchas decepciones en nuestras vidas, pero si no las afrontamos, jamás dejaremos de sufrir, y jamás dejaremos de perder grandes momentos con grandes personas. Todo depende de nuestra forma de afrontar las decepciones, y de la fuerza que hagamos para que nuestro viento sople en una u otra dirección.

27 abril, 2018

No son cosas del pasado

Hija de la calle
Carne de polvo y asfalto
Privada de elección

En la noche cayó presa
de aquel hilo de araña
de la prostitución

Hambre

Aguijón negro
que desgarra las entrañas
y se clava en el pecho

13 años

Piel de niña
Alma arrugada
Trabajo de mujer

Una paloma blanca se posa junto a la ventana
En su pico, un ramillete de hojas con olor a esperanza

Alza el vuelo
Y entre sus alas lleva tatuada
la palabra que atraviesa,
temblorosa,
el vaho de aquel cristal:

Dignidad

Mientras, Ana en el colegio estudia
que la esclavitud
es historia
del pasado



Para ver el documental completo, os animo a visitar el enlace a la web de Misiones Salesianas que dejo abajo, donde también podréis encontrar más información sobre el trabajo que realizan en Sierra Leona y la situación a la que cada día se enfrentan.



24 abril, 2018

Pequeña

Que cuando tienda mi mano desnuda,
no pretenda recogerla colmada.

Que cuando mire a mi hermano, entristecido,
no pretenda recibir miradas compasivas.

Que no espere elogios, cumplidos ni regalos,
pero que no pierda nunca el sentimiento de gratitud.

Enséñame a vivir a corazón abierto,
sin heridas, sin rencores.

Enséñame a hacerme pequeña,
y a mirar el mundo desde los ojos de un niño.

Enséñame a darme
desde la alegre y humilde gratuidad.

Ilusos los que creen que el amor no es gratuito

19 abril, 2018

"La Costa del Silencio"

"Ven, quiero oír tu voz,
y, si aún nos queda amor,
impidamos que esto muera.
Ven, pues en tu interior
está la solución,
de salvar lo bello que queda."
                                                                                           Mago de Öz
     
     ¿Cuántas veces hemos esperado oír esa voz? Esa voz que con un simple "Hola" puede cambiarlo todo. Tu vida, tu mundo, tu forma de actuar, de ver y sentir. Todo. Esa voz que nos parece la más bonita del mundo, la más dulce, la más suave, y la comparamos con la de los ángeles, porque nos parece que tiene que asemejarse a ella. No es una de las mil voces que escuchamos cada día a lo largo de nuestra vida. Es esa voz. LA voz, porque cuando la escuchamos parece que el mundo callase, quedase mudo, en silencio, para dar cabida a sus palabras.
   
     Queremos, y como queremos, creemos escucharla siempre. A todas horas y en todas partes. Incluso intentamos escucharla cuando cerramos los ojos, en la oscuridad de nuestra habitación, y entramos en un profundo sueño, en el que no existe nada. Sólo nosotros y esa voz. Nuestra voz. Que ilustra nuestros más hermosos sueños y nuestras más horribles pesadillas.
   
     La voz que nos da la solución para todas las cuestiones. La que saca a la luz todo lo que nos empeñamos en ocultar dentro de nosotros. Porque sólo la voz de nuestro interior puede hablar por sí misma para destapar nuestros más íntimos secretos, nuestras más íntimas debilidades. Somos simples marionetas en las manos de esa voz, que nos maneja a su parecer.
   
    Y por eso tantas y tantas veces nos empeñamos en silenciarla. Porque estamos deseosos de disponer de un poco más de libertad. Pero, ¿qué haríamos sin esa voz que, a nuestro pesar (y muchas veces por fortuna), forma parte de nosotros? Esa voz que nos frena en los momentos en los que nos cegamos mientras corremos hacia un grueso muro de hormigón. La misma voz que nos impulsa a dar un paso al frente cuando sólo existe campo ante nuestras narices y somos libres de correr a nuestras anchas, y sin embargo no nos atrevemos por nuestro miedo a lo desconocido. Y la misma voz que aporta luz a nuestro mundo en los momentos de más profunda oscuridad, cuando más perdidos estamos. En esos momentos es nuestra voz interior la que guía nuestros pasos.
   
     Mas, cuántos problemas nos ahorraríamos y cuántos errores no cometeríamos si destapásemos la boca a esa voz más a menudo y nos parásemos a escuchar sus sabias palabras en el silencio cada día...

15 abril, 2018

Con los pies descalzos

Nunca me gustó
poner rejas a mis puertas.
Llenar de vallas mis espacios.
Cerrar con cerrojos de hierro
y llaves en el fondo de océanos
las ventanas de mi vida.

Una vez se me ocurrió
construirle un muro de hielo a mi corazón,
pero se me olvidó
que al llegar la primavera
el sol sale a pasear más a menudo,
y ahora tengo un precioso río
cruzándome el esternón.

Como digo,
nunca me gustaron
las contraseñas complicadas
de usar y tirar.

Tampoco las cortinas tupidas,
que apagan la vida exterior
y esconden la interior.

No exijo superar
una gimkana de pruebas
que te guíen hasta mi centro.

Pero si quieres acercarte.
Si quieres traspasar mis fronteras
y mirar lo que hay detrás.
Si quieres probar el agua de mi río
y respirar el perfume de mis amapolas.

Solo te pido una cosa:
Descálzate.

Quítate los zapatos y pisa despacio.
Sin miedo, sin prisa.

Porque el césped verde
que ahora ves desde el umbral
lleva meses luchando por crecer erguido,
y si pasas corriendo y sin cuidado,
quizás arranques de raíz
las tímidas margaritas blancas que florecen,
impidiéndoles volver a nacer
después del próximo invierno.

Premio Local de Poesía
"Ángel López Martínez"


11 abril, 2018

XV ENCUENTRO MISIONERO DE JÓVENES



“Dios está aquí, y yo no lo sabía” (Gn 28, 16)

Con esta cita del Génesis se nos recibía el pasado día 6 de abril, en la Casa de Espiritualidad San José de El Escorial, a los 150 jóvenes procedentes de hasta 31 diócesis de toda España, que nos desplazábamos hasta allí movidos por nuestras inquietudes misioneras. Por primera vez, cuatro jóvenes de la Diócesis de Ciudad Real pudimos participar de esta experiencia de Encuentro.

El viernes comenzábamos compartiendo la noche con una vigilia dirigida por el cantautor Unai Quirós, que, guitarra en mano, consiguió meternos a todos en un ambiente de oración a través de las letras de sus canciones, a la vez que compartía con nosotros su experiencia de fe y de vida.
Ya el sábado por la mañana, desde bien temprano, tocaba ponerse las pilas y empezar a trabajar. Por grupos, nos dividimos para poder empezar a conocernos un poco mejor, tanto a los demás participantes como a nosotros mismos, porque en la dinámica que nos habían preparado pudimos reflexionar sobre los momentos de nuestra vida en los que Dios se había hecho presente de manera especial, identificar a aquellas personas que son y han sido estrellas para nosotros, y reconocer que necesitamos de la guía del Espíritu para caminar. Fue increíble poder compartir nuestras experiencias en grupo y descubrir las historias que nos habían llevado a cada uno a estar allí, para poder presentarlas ante el altar después en la oración.

Por la tarde, escuchábamos dos discursos de testimonio de encuentro con Dios: el de José, hijo de Jacob; y el de Steve Jobs, con su famoso discurso en la universidad de Stanford, en el que hablaba de cómo en su vida habían ido conectándose los puntos, y se nos invitaba a reflexionar sobre nuestra propia historia.

Después de un momento para la oración personal, por fin llegaron los testimonios de carne y hueso. Sor Lourdes Barahona, clarisa franciscana, nos contaba cómo había podido encontrar a Dios en el silencio, afirmando que “Ya no tenemos tiempo ni para escuchar a Dios”. Luis María García, jesuita, nos habló de su discernimiento vocacional, y terminó su intervención regalándonos cuatro consejos: 1. Cree en tus sentimientos; 2. Interprétalos y compártelos; 3. Practícalos; 4. Elige hacia dónde te dirigen. Por último, el cineasta Paco Arango, director de Maktub y Lo que de verdad importa y fundador de la Fundación Aladina, nos contó cómo dedicaba su vida a los niños con cáncer, a los que acompañaba hasta la muerte, afirmando que “Dios es vida”, e invitándonos a “abrir la puerta a las cosas mágicas que os pueda dar Dios”. El sábado terminaba con la Eucaristía.

El domingo, después de la oración de la mañana, volvíamos a escuchar testimonios misioneros, de jóvenes que habían tenido experiencia de misión. Roger y María, matrimonio misionero, nos contaron cómo habían decidido lanzarse juntos a la misión durante tres años por miedo a “acomodarse” en sus vidas. Blanca Serres, también compartió con nosotros sus experiencias de misión en Honduras. Y Francisca Ko, franciscana misionera natural de Corea del Sur, nos contagió la pasión con la que había tenido que incluso desobedecer a sus padres en ocasiones para seguir la llamada de Cristo. Escuchar todos estos testimonios de jóvenes con los que podíamos sentirnos identificados, encendió en nosotros el “gusanillo” de querer dejar nuestros miedos y lanzarnos también a la misión.

A ellos les siguió la charla de Raúl Tinajero, del Departamento de Juventud de la CEE, que nos habló del Sínodo de los Jóvenes que se va a celebrar convocado por el Papa Francisco, y nos informó de cómo trabaja y con qué objetivos la Pastoral Juvenil española.

Terminamos el encuentro con la Eucaristía, y dando gracias por todo lo que hemos vivido, la gente que hemos conocido, y el regalo que se nos ha hecho de sentirnos nosotros también parte de la misión de la Iglesia.

Sin duda, una experiencia de “bofetadas” de fe y aliento, que nos hace volver a nuestras casas con esa frase grabada que se hace eco en nuestras vidas:

“Sé valiente. La misión te espera”


05 abril, 2018

Por el miedo a equivocarnos

     Esa sensación de querer hacer algo, y no estar segura de si tu deber es hacerlo o no. Tu corazón te pide a gritos que lo hagas. "Estás muriendo por resistirte a hacerlo. ¿Qué te cuesta?". Y del otro lado, tu razón, hacha en mano. "Y si no es lo correcto, ¿cómo vas a levantarte después?" "¿Y si por arriesgar tanto pones en riesgo lo poco que te queda y lo pierdes?" "¿Cómo puedes estar segura de que va a salir bien?"

     Pero lo cierto es que esa batalla podría ser eterna, y tu corazón amenaza con dejar de latir de un momento a otro si no te decides pronto... ¿Qué hacer? ¿Qué camino es el correcto? ¿Arriesgar y morir, o morir lentamente sin arriesgar?

     Pero ¿y si...? ¿Y si arriesgas y ganas? ¿Cuántas veces dejamos de hacer las cosas por miedo a equivocarnos? Muchas son las cosas que dejamos pudriéndose en el olvido, y muchas son las historias que terminan en el fondo del armario, cogiendo polvo, por el intenso miedo a arriesgarnos.

      Por el miedo a equivocarnos.

     Se abre ante ti un oscuro precipicio. ¿Saltar, o no saltar?
     Y detrás de ti, tus Miedos y tus Prejuicios, corriendo cual jauría hambrienta de lobos. Es cuestión de tiempo que te alcancen, y después...

     ¿Y si saltas? Está oscuro. No puedes conocer la profundidad del precipicio. Puede ser tremendamente profundo. ¿Y si te traga y no vuelves a ver la luz nunca más?
     Pero, ¿Y si no es tan hondo como piensas? ¿Y si al saltar sólo sientes los rasguños de tus Miedos humillados al verse superados?

     Tu tiempo se acaba. Puedes escuchar los ladridos y los aullidos de tus perseguidores cada vez más cerca. A unos pocos metros...

     Y decides saltar. Cierras los ojos, y te precipitas al vacío.

     No sabes cuánto durará la caída, pero de momento estás en el aire...

03 abril, 2018

Aquel beso

Vibra en mis venas la emoción de aquel momento. Uno frente al otro, sin mirarnos. Abrazados bajo la luz blanca de la luna y un cielo de estrellas de verano, que iluminaban la oscuridad que inundaba nuestros corazones.

Una noche fría de verano, pero cálida en tus brazos.

Aquella noche, lejana, en la que nos encontramos sin buscarnos. O tal vez llevábamos tanto tiempo buscándonos que lo único que nos faltaba para encontrarnos era ese abrazo. Un abrazo lleno de sinceridad.

Y de ganas. De las ganas que nos teníamos, y que hicieron estremecer cada una de nuestras células aquella noche.

Hasta que tu mano buscó la mía, subiendo por mi pierna y bajando por mi espalda. Hasta que mi latido se acompasó al ritmo acelerado del tuyo, y respirar era como vivir y morir, todo al mismo tiempo. Hasta que tu boca encontró la mía antes que lo hicieran nuestras miradas.

Y por fin pudimos descargar todo ese peso que nos asfixiaba, terminando nuestra interminable búsqueda allí, bajo el cielo de una noche de verano. Abrazados y perdidos en aquel beso profundo.

Un beso de principio, que presagiaba finales. Un beso que quedó allí, perdido en el lugar al que ni tú ni yo volveremos nunca.

Un beso cobarde
Un beso valiente
Un beso que aún arde
Un beso inocente

01 abril, 2018

Por Ti

De nuevo consagramos nuestras vidas,
un año más,
a Ti.

Cantamos, sufrimos,
reímos y lloramos.
Todo por Ti.

Por Ti, seguimos.
Por Ti, caminamos.
Por Ti, vivimos.

Comenzamos un año más,
a la espera,
uniendo nuestras manos,
nuestras voces,
nuestros corazones.

A la espera de ese rayo de luz
que ilumine y llene de sentido
nuestras vidas.

Porque NADA es en vano.
Porque TODO merece la pena.

Por Ti.




27 marzo, 2018

Espejos

No nos damos cuenta de que muchas veces con nuestra vida, aunque quisiéramos ser ejemplo y modelo para aquellos que nos observan, no somos más que un espejo, un reflejo de lo que nos rodea. El problema de ser espejo es que esto no nos permite vernos a nosotros mismos directamente. Solo podemos mirar hacia fuera y ver aquello que son los demás.
Lo típico de
"ver la espina en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio"

Pero, démosle la vuelta al asunto y pensemos en colectivo.

¿Y si todos somos espejos?

Si esto fuese así, entonces al mirar a los que nos rodean no estaríamos viendo lo que los demás son en realidad. Veríamos un reflejo, que al ponernos nosotros enfrente sería el nuestro propio.

A veces solo hace falta cambiar la mirada, centrarla en los reflejos y no en los espejos, que no son más que un marco, un soporte, un envoltorio de lo que muestran. Darnos cuenta que aquello que estamos viendo en los demás que no nos gusta, o aquello que nos está molestando, puede que sea nuestro propio reflejo. La imagen de lo que nosotros mismos somos y proyectamos en los demás.

Cambiemos la mirada y aprendamos a ver nuestros reflejos en los demás, para poder cambiar aquello que empaña nuestra vida y no nos deja SER con claridad.


25 marzo, 2018

Lléname de ti

Lléname de ti, Amor.

De tu agua de rosas blancas.
Del perfume infinito de tus sonrisas.
Del soplo de aire fresco
Que mi corazón reclama.

Lléname de ti, Amor.

De la libertad de las nubes soñadoras.
De la alegría de un niño que, impaciente, espera.
De la esperanza que un día tuve
Y que mi corazón añora.

Lléname de ti, Amor.

Del abrazo de tu beso en la mañana.
De la caricia del sol sobre la arena.
De la fuerza de la marea que me lleva
Y que mis miedos arrastra.

Lléname, Amor, como antes me llenabas.

De aire fresco, de sonrisas,
De caricias y esperanzas.
Pero llévate mis miedos.
No me dejes con mis faltas.

Lléname rápido, Amor,
Que mi corazón ya falla.
Que no encuentro ya la puerta
Que me lleve hasta tu casa.

22 marzo, 2018

"Mamá, ¿por qué tienes esa cara?"

"Mamá, ¿por qué tienes esa cara?
Es que te veo tan... Apagada..."

Se me pusieron los pelos de punta cuando el otro día iba en el autobús de vuelta a casa y de repente escuché a una niña decir esto. Mi sorpresa fue cuando vi que la niña no tendría más de cinco o seis años, y miraba a su madre, sentada junto a ella, con un signo de preocupación totalmente sincero en los ojos.

No pude evitar observar cómo la madre, con la mirada al frente, perdida, desprendía una mezcla de preocupación y tristeza, que tal vez no fuese más que puro agotamiento o aburrimiento.

El caso es que me llamó la atención la perspicacia de la niña, y cómo enseguida supo que, fuese lo que fuese aquello que le rondaba la cabeza, lo que su madre necesitaba era un abrazo. Y eso hizo, abrazar a su madre, a pesar de no obtener respuesta a su pregunta.

Y ahí me quedé yo, con cara de tonta, mirando cómo la niña rodeaba con sus pequeños brazos el cuello de su madre. Pensando lo mucho que nos cuesta a los "mayores", ya no abrazarnos o demostrar el cariño que nos tenemos los unos a los otros, sino simplemente detectar cuándo los que tenemos al lado necesitan nuestro abrazo.

No sé en qué momento de nuestras vidas crecer se convierte en sinónimo de seriedad e individualismo, como si necesitásemos demostrar al mundo que somos fuertes y autosuficientes. Que no necesitamos a nadie, dando por hecho que cada uno tenemos que hacer nuestro camino solos, y que los demás tampoco necesitan nada de nosotros.

Cómo nos gusta engañarnos a nosotros mismos, cuando en el fondo sabemos que no seríamos nada sin todas esas personas que nos han ayudado a ser lo que somos y a llegar donde hemos llegado.

Desde aquí doy las gracias a esa niña que el otro día me recordó que el mundo sería mejor si todos apartásemos un poco la mirada de nosotros mismos y empezásemos a observar un poco más (y mejor) lo que tenemos alrededor.

20 marzo, 2018

Miradas de amor y miedo



Me refugié durante tanto tiempo
en el fondo de tu mirada,
que el verde grisáceo de tus ojos
se convirtió en el color de mi cielo.

Me aferré tantas veces a tus brazos,
que ya casi no notaba
el frío del invierno
cortando mi piel en pedazos.

Me perdí de tu mano tantas noches,
que olvidé cómo seguir
el camino en un mapa
sin que tú me ayudases como guía.

Te busqué tantas veces…
Tantas veces volví a tu encuentro…

Y es ahora,
que te miro en la distancia y te veo entero…

Ahora me doy cuenta
que aquello que había en tu mirada
no era amor, sino miedo.

16 marzo, 2018

Estrellas

Difícil.
Difícil podría ser la palabra que definiera la vida.
Difícil por las situaciones a las que nos enfrentamos cada día, y difícil también por las decisiones que vamos tomando en cada una de ellas.

No lo sería tanto con algunas indicaciones, con un pequeño manual de instrucciones.

Y el caso es que esas guías existen, pero igual que es difícil la vida, también lo es encontrarlas. Identificar esas pequeñas cosas que, como estrellas, nos van guiando y ayudando a continuar nuestros caminos no es para nada fácil. Pero lo importante es que existen. Aunque no siempre las veamos, las estrellas están ahí, detrás de las nubes o eclipsadas por la luz del sol, esperando al momento justo para empezar a desprender su magia. Y eso es suficiente para estar alertas, para animarnos a buscarlas, a abrir los ojos para verlas cuando aparezcan.

El reto que cada uno de nosotros tenemos es aprender a identificar cómo son nuestras estrellas. Únicas y diferentes ante cada mirada que las observe, independientemente de que sea la letra de una canción, un sueño, una conversación robada en el metro o el cruce de miradas con un desconocido. Cada persona tendrá sus estrellas y las encontrará en el momento justo, cuando su mirada y su corazón estén preparados para seguirlas.

Da igual de qué manera se presente aquello que nos haga ver qué decisión debemos tomar o por qué puerta tenemos que continuar nuestro viaje.

Lo importante es que esas señales, esas estrellas, están ahí, y muchas veces más cerca de lo que pensamos.

Tan cerca que incluso nos cuesta distinguirlas en medio de la rutina y de las sombras que se instalan poco a poco en nuestra vida. Tan cerca que incluso pueden llegar a ser parte de nosotros mismos.

Porque a veces la única indicación que necesitamos es aquella que aparece en nuestro corazón al cerrar los ojos y escuchar en el silencio.


14 marzo, 2018

Aunque sea una locura

Podría decirte que será fácil.
Jurarte amor eterno.
Agarrar tu mano con fuerza y tirar de ti.

Arrancarte de tu mundo, ese con tantas raíces,
para traerte a este mío,
en el que abunda la sombra,
y no precisamente la del árbol bajo el sol.

Podría decirte que no hay por qué tener miedo.
Que los monstruos sólo están en tu cabeza,
y que si los miras a la cara
se asustan y desaparecen.

Podría intentar decirte tantas cosas,
convencerte de que éste es el camino,
que vamos bien,
que no nos vamos a equivocar.

Y te estaría mintiendo.

Porque sé que no será fácil.
Que en mi cabeza también hay monstruos
que parecen muy reales.
Que no tengo ni idea
de si éste es el camino.

Pero sí puedo decirte
que debemos intentarlo.

Aunque sea una locura.