11 noviembre, 2019

Llámame borrego y pídeme que te apoye


Me hace gracia que los mismos a los que se les llena la boca llamando a la gente 'tontos', 'borregos', 'paletos', etc. sean los mismos que se cubren con la bandera de la igualdad, la defensa de los Derechos Humanos y la lucha por el bienestar de las personas. Los que se supone que siempre apuestan por mejorar la vida del pueblo. Ese pueblo al que llaman 'tonto', 'borrego', 'paleto', etc.

Yo, personalmente, me fiaría muy poco de quien dice luchar por mis derechos a la vez que me llama o me cree 'borrego'... ¿Dónde queda ahí mi dignidad? ¿Dónde queda ahí mi capacidad de decidir por mí mismo? ¿Dónde quedan ahí mis derechos, esos por los que tú (que me llamas borrego) luchas?

La gente no es tonta. La gente que ha ido este domingo a votar no son una panda de borregos abducidos que siguen al redil sin saber lo que hacen. La gente sabe bien lo que hace. Saben bien a quién votan y cada uno sabrá por qué.

Creo que cometemos un grave error como sociedad menospreciando a tanta gente de este país que ha ido a votar de acuerdo con sus pensamientos. Sean cuales sean estos, y por muy diferentes que sean de los nuestros. Nos equivocamos al creer que nuestro voto vale más que el de nuestro vecino, nuestra hermana o nuestro padre, porque se corresponde con nuestro pensamiento. Esto solo acentúa las diferencias, crea enfrentamientos, alimenta el odio y el resentimiento.

No sé cuál es la solución al problema que desde hace mucho tiempo (pero más desde ayer) tenemos en España. Tampoco pretendo buscarla en este artículo, porque no creo que haya una única solución. Probablemente haya casi tantas soluciones como personas vivimos en este país. No sé cuál puede ser la solución, pero me duele.

Me duele que nos pisemos e insultemos unos a otros, que nos menospreciemos, echando por tierra nuestra dignidad humana. Me duele que las personas, con sus necesidades y problemas no estén nunca al nivel de los egoísmos, ansias de poder e intereses personales de los dirigentes de unos y otros partidos. Me duele que estando todos enfermos, nos quedemos en ver quién aguanta mejor la agonía, en lugar de ir juntos a buscar la medicina.

No me gusta esta situación. Me da miedo. Me da rabia. Me enfada.

Pero cerrar los ojos y pedir un deseo no va a hacer que cambie. Y mucho menos va a hacer cambiar el pensamiento y la forma de ver las cosas a millones de personas. Negar el problema o pasar de él tampoco va a hacer que desaparezca. Lo va a hacer crecer.

Y el problema no es de la gente que vota. Es de quien nos anima a votar por injusticias, odios, egoísmos y resentimientos, haciéndonos creer que son buenos. Jugando con nuestra ilusión, nuestras necesidades y nuestras circunstancias, pero sin interesarse para nada en ellas. Menospreciando nuestra dignidad tanto como aquellos que nos llaman 'tontos', 'borregos', 'paletos'.

No sé cuál será la solución, pero creo que el primer análisis que tenemos que hacer cada uno de los que tenemos capacidad de decisión en este país es un análisis personal. Un análisis que pase por el reconocimiento de nuestra dignidad humana, partiendo de una mirada honesta y humilde hacia nuestro voto y nuestros pensamientos.

A lo mejor no son tan limpios como creemos.
A lo mejor no son tan buenos como parecen.
A lo mejor el egoísmo al que votamos no es tan diferente del egoísmo al que vota nuestro vecino.
A lo mejor.

O a lo peor.
Quién sabe.