05 julio, 2018

Una oportunidad

Me pides paciencia.
Y mi reloj de arena hace ya tiempo que dejó de funcionar, y la arena se hizo polvo, y el polvo, aire,
y la alergia de la primavera solo hace que el pobre reloj no sea capaz más que de estornudar segundos.

Me pides confianza.
Pero yo ya no sé qué más puedo darte, si desde que mis manos quedaron desnudas, la confianza es lo único que he podido ofrecerte, aún sabiendo que te lo daba todo y me quedaba desprotegida, rendida a tu voluntad sobre mi cuerpo, mi alma, mi vida.

En resumen, me pides amor.
Como si no te amase ya desde la primera vez que tu boca se encaró con mi pupila, y tu risa se convirtió en mi escalofrío, y mi alma pasó a ser tuya, dejando de ser mía.

Y entre todo lo posible, no se me ocurre más que pedirte una oportunidad.
Porque ya te amo, y confío en ti, y tengo la paciencia para esperarte siete vidas, si hace falta.
Pero me falta una oportunidad.

La oportunidad para que me dejes acercarme a tus barreras de defensa, donde aprenderé a amarte con paciencia, y a dejarme amar.

Porque si mi amor viene de ti, y tu amor sale de mí,
¿qué hacemos que no estamos corriendo hacia el futuro cogidos de la mano?

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