15 abril, 2018

Con los pies descalzos

Nunca me gustó
poner rejas a mis puertas.
Llenar de vallas mis espacios.
Cerrar con cerrojos de hierro
y llaves en el fondo de océanos
las ventanas de mi vida.

Una vez se me ocurrió
construirle un muro de hielo a mi corazón,
pero se me olvidó
que al llegar la primavera
el sol sale a pasear más a menudo,
y ahora tengo un precioso río
cruzándome el esternón.

Como digo,
nunca me gustaron
las contraseñas complicadas
de usar y tirar.

Tampoco las cortinas tupidas,
que apagan la vida exterior
y esconden la interior.

No exijo superar
una gimkana de pruebas
que te guíen hasta mi centro.

Pero si quieres acercarte.
Si quieres traspasar mis fronteras
y mirar lo que hay detrás.
Si quieres probar el agua de mi río
y respirar el perfume de mis amapolas.

Solo te pido una cosa:
Descálzate.

Quítate los zapatos y pisa despacio.
Sin miedo, sin prisa.

Porque el césped verde
que ahora ves desde el umbral
lleva meses luchando por crecer erguido,
y si pasas corriendo y sin cuidado,
quizás arranques de raíz
las tímidas margaritas blancas que florecen,
impidiéndoles volver a nacer
después del próximo invierno.

Premio Local de Poesía
"Ángel López Martínez"


2 comentarios:

  1. Felicidades, me parece un texto de gran profundidad y sensibilidad. Mucho animo con la escritura. Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. You left me speechless with this Carmen! So deep... indeed!!! Un abrazo Grande

    ResponderEliminar

¿Te gusta lo que lees?
¡No seas tímid@ y déjame tu opinión en los comentarios!