Dímelo bajito, al oído.
Con suspiros que estremezcan
las negras nubes del cielo,
y acompañen a las rosas
que en mi jardín florezcan.
que en mi jardín florezcan.
Dímelo suave, entre besos.
Entre versos que se cuelan
de tus labios a los míos,
como lo hacen en sus nidos
los pájaros que vuelan.
los pájaros que vuelan.
Dímelo lento, con las manos.
Con el frío de tus dedos
paseando por mi espalda,
y el calor de tu caricia
dibujándome los sueños.
dibujándome los sueños.
No me digas que me quieres,
que me recordarás
mientras no estés a mi lado.
mientras no estés a mi lado.
No me digas que me esperas,
allí donde el destino
tenga pensado aparcar tu tranvía.
tenga pensado aparcar tu tranvía.
Sólo deja que la luna
haga eternos nuestros sueños.
Deja que la luna
inmortalice este momento.
Y susúrrame al oído,
bajito,
suave,
lento...
suave,
lento...
Que algún día,
de algún año,
cuando ya las flores no florezcan
y los pájaros no vuelvan a sus nidos,
volverán a cruzarse,
tras otros dedos y caricias,
tras otros dedos y caricias,
nuestros caminos.
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