Me refugié durante tanto tiempo
en el fondo de tu
mirada,
que el verde grisáceo
de tus ojos
se convirtió en el
color de mi cielo.
Me aferré tantas veces
a tus brazos,
que ya casi no notaba
el frío del invierno
cortando mi piel en
pedazos.
Me perdí de tu mano
tantas noches,
que olvidé cómo seguir
el camino en un mapa
sin que tú me ayudases
como guía.
Te busqué tantas veces…
Tantas veces volví a tu
encuentro…
Y es ahora,
que te miro en la
distancia y te veo entero…
Ahora me doy cuenta
que aquello que había en tu mirada
no era amor, sino miedo.
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